Por Sofia Scagliotti, Directora Asociada en Valuar
No son pocos quienes creen que la vida es esencialmente descubrir. Fueron muchos los filósofos y artistas que aseguraron que el hombre no creaba, sino que simplemente encontraba verdades ya dispuestas en el mundo, y debían de comunicarlas.
Desde nuestra profesión, cada entrevista, es una oportunidad de aprender a valorar personas y experiencias, muchas veces me encontré disfrutando encuentros como si fuera la primera vez. El desafío mayor consiste en ver más allá de lo que se ve en el papal o en el discurso, es poder delucidar lo que lo define al otro, lo mueve y lo potencia. Es predecir aquel contexto y cultura en que podrá despejar al máximo su estilo natural. Este aspecto es el más complejo y a la vez emocionante de nuestra gestión. Centrarnos en el aspecto más humano de las personas implica y exige desarrollar el pensamiento lateral, sensibilidad y creatividad para interpretar y decodificar información. Es importante integrar las nuevas exigencias del mercado en cuanto a las nuevas competencias demandadas, que cambian con gran celeridad, por ende, su dinamismo pide una mano siempre atenta, dispuesta a cambiar e ir más allá.
El mercado siempre cambiante, en los que la novedad pasa tan rápido que a veces no podemos ni entenderla, la aptitud que marca la diferencia es la del Aprendizaje. El cambio da vida, la novedad nos mueve internamente y nos proyecta hacia nuevas realidades posibles. Se necesita de una interesante combinación de humildad y osadía para abrirse y animarse a aprender. En un mundo en el que la información sobreabunda, las habilidades que se requieren para crecer son distintas a las que se buscaba antes. Una década atrás la valoración estaba puesta en el saber tanto teórico como práctico: el objetivo consistía en crecer desde la capitalización de determinado know how, ascendiendo desde la especialización. Hoy en día el criterio cambió. Al vivir en tiempos donde los límites están cada vez más desdibujados, desde la globalización hasta la revolución tecnológica, es que el mismo sistema de división del trabajo se pone en jaque, aparecieron las estructuras horizontales y la relaciones son menos jerárquicas para ser más colaborativas; por ende lo que marca la diferencia en un líder hoy es la versatilidad. Tener o no tener cintura para moverse en diferentes ambientes, estar preparado para todo tipo de cambio y alerta para mantener el ritmo de las nuevas tendencias. Es por eso que otra gran cualidad es el learning agility. La información está en todos lados, ya no gana quien la tiene, sino quien mejor la sabe aprender e incorporar, y esto es una de las grandes ventajas que nos plantea la democratización del saber. Estos dos factores, entonces, tienen un valor común. Los y las líderes de hoy y de mañana deben ser vulnerables, para aprender constantemente y estar dispuesto al cambio es necesario saberse siempre inacabado. Las manos abiertas para recibir son señal de que por delante hay crecimiento, pero entonces la pregunta es si ese crecimiento es el mismo que se buscaba conseguir antes. Y la respuesta, nuevamente, es no.
El head hunter no evalúa y determina, sino que más bien acompaña, para ayudar al candidato a descubrirse, generando un clima cómodo, en donde mediante la puesta en común y la charla, evaluar en conjunto proyectos, nuevos roles que permitan disfrutar de su mejor versión personal y profesional. Encontrar que le apasiona a uno está muy relacionado a su vocación, y este es un camino que nunca acaba, nos abre la puerta siempre que nos sintamos insatisfechos para explorar nuevos caminos y conectar con nuevos horizontes.
Como head-hunter estar abierta siempre a un mundo de posibilidades facilita y promueve a que los profesionales se animen a plantearse creativamente y encontrarse en nuevos roles posibles. Lo esperado, lo ya probado y establecido, puede tapar nuevos mundos posibles, y por eso, actualizar la posibilidad de esos mundos es un arte del descubrimiento.